Esta generación de estudiantes ahora corre el riesgo de perder $ 17 billones en ganancias de por vida en valor presente, o alrededor del 14 por ciento del PIB mundial actual, debido al cierre de escuelas y las crisis económicas relacionadas con COVID-19. Esta nueva proyección supera con creces la estimación de 10 billones de dólares publicada en 2020 y revela que el impacto de la pandemia es más grave de lo que se pensaba.
La pandemia y el cierre de escuelas no solo pusieron en peligro la salud y la seguridad de los niños con el aumento de la violencia doméstica y el trabajo infantil, sino que también afectaron sustancialmente el aprendizaje de los estudiantes. En los países de ingresos bajos y medianos, la proporción de niños que viven en la pobreza de aprendizaje, que ya superaba el 50 % antes de la pandemia, podría llegar al 70 % en gran parte como resultado del largo cierre de las escuelas y la relativa ineficacia del aprendizaje a distancia.
A menos que se tomen medidas, las pérdidas de aprendizaje pueden continuar acumulándose una vez que los niños regresan a la escuela, poniendo en peligro el aprendizaje futuro.
Los niños de hogares de bajos ingresos, los niños con discapacidades y las niñas tenían menos probabilidades de acceder al aprendizaje a distancia debido a la disponibilidad limitada de electricidad, conectividad, dispositivos, tecnologías accesibles, así como a la discriminación y las normas sociales y de género.
Los estudiantes más jóvenes tenían menos acceso al aprendizaje remoto apropiado para su edad y se vieron más afectados por la pérdida de aprendizaje que los estudiantes mayores. Los niños en edad preescolar, que se encuentran en una etapa fundamental para el aprendizaje y el desarrollo, se enfrentaron a una doble desventaja, ya que a menudo se quedaron fuera de los planes de aprendizaje a distancia y de reapertura de las escuelas.
Las pérdidas de aprendizaje fueron mayores para los estudiantes de nivel socioeconómico más bajo.
Si bien el impacto de género del cierre de escuelas en el aprendizaje aún está surgiendo, la evidencia inicial apunta a mayores pérdidas de aprendizaje entre las niñas.
Como resultado, estos niños corren el riesgo de perder gran parte del impulso que las escuelas y el aprendizaje pueden brindar a su bienestar y oportunidades en la vida. Por lo tanto, la respuesta de recuperación del aprendizaje debe orientar el apoyo a quienes más lo necesitan, para evitar el aumento de las desigualdades en la educación.
Más allá del aprendizaje, la evidencia creciente muestra los efectos negativos que ha tenido el cierre de escuelas en la salud mental y el bienestar, la salud y la nutrición y la protección de los estudiantes, lo que refuerza el papel vital que desempeñan las escuelas para brindar apoyo y servicios integrales a los estudiantes.
La pandemia de coronavirus ha puesto a la educación superior en el centro de atención nacional, y no por buenas razones. El aprendizaje virtual ha suplantado en gran medida la instrucción en persona, manteniendo a los estudiantes en casa o, en algunos casos, devolviéndolos allí abruptamente después de su llegada al campus este otoño.
Las universidades están perdiendo ingresos por alojamiento y comida y tarifas asociadas, e incluso enfrentan demandas de familias enojadas que exigen reembolsos de matrícula. El producto central, la enseñanza y el aprendizaje, ha sido atacado por su dudosa calidad. De hecho, la educación superior está en crisis.
Decenas de miles de universidades comenzaron el 2020 ya sufriendo estrés financiero, y las repercusiones de la pandemia solo han intensificado la crisis. Ahora, muchos enfrentan un futuro incierto.
¿Cree que esto es un problema importante y creciente y cómo puede abordarse en su opinión?